Cita:
Iniciado por Auto-Obstáculo
No creo en la media naranja, es como un límite matemático al que nunca llegas, pero sí creo en sus burdas aproximaciones. La cuestión es que somos como un manojo de fichas de dominó lanzadas al azar y sólo podemos hacer ligas con aquellas del grupo local, por motivos prácticos. Si alguna ficha es conectable a la tuya, pero está al otro lado de la mesa, de qué sirve... (con el “otro lado de la mesa” me refiero a que esa persona esté casada, sea de otro país, jamás se conecte a internet, o no sea coetánea ni contemporánea contigo). Es sobrecogedor intuir que esa persona estuvo, está o estará en algún lugar del espacio y del tiempo, aunque sólo sea por probabilidad, y que nunca la vas a conocer. Y aún más sobrecogedor que esa persona haya o esté pensando lo mismo…
Ves pasar delante de ti un veloz autobús y te fijas en su ventanilla. Es como asomarse a la vida de forma impertinente, para ver rostros que sólo sabes que existen porque los acabas de ver de forma efímera y que sólo el destino, si te concede el privilegio, los podrás conocer. Es una muestra macabra de lo que hay, no de lo que puedes conseguir. Un recordatorio de quienes somos, un escaparate de nosotros mismos. Las leyes del azar y del número de individuos son las que constituyen y rigen el mundo. Estamos atrapados en una sustancia limitante e inerte… Y todo eso sin contar la fobia social…
¿Alguien sabe enviar un correo al mundo de los sueños? Dicen que en dicho servidor no hace falta direcciones, sólo sensaciones… Quizá en la bandeja de entrada tengamos algo de hace mucho, mucho tiempo…
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No creo que estemos atrapados por el hecho de la incertidumbre, pienso que somos libres por ello. El no conocer todo con certeza nos brinda la posibilidad de seguir buscando por otros caminos. Saber que algo esta ahí, que no lo conocemos, no es prisión, es libertad. Esperanza.
De que sirve que la pieza que encaja esté en la otra parte de la mesa? Basta con saber que probablemente está, sin más. Aunque no llegues a conectar nunca.