Bueno. No sé cómo empezar pero ya que me he "animado" no me gustaría dejar algo a medias, como acostumbro a hacer.
Desde hace años me diagnosticaron fobia social y depresión. Estuve yendo al psicólogo durante cuatro años, cuando cumplí la mayoría de edad y me empecé a valer por mi misma dejé de acudir pero sé que todavía lo necesitaba.
Bueno, es obvio que soy una mujer. Tengo 20 años. Prefiero mantener mi anonimato y no dar ningún dato más sobre mi persona.
Desde corta edad, prácticamente desde la infancia, la afectividad ha carecido en mi vida, por parte de mis familiares y personas cercanas. Crecí separada de mis hermanos, mi padre (el cual estaba desaparecido y no conocí hasta la adolescencia) y sólo residía con mi madre. La cual también sufre depresión diagnosticada desde hace muchos años, con medicación y una subvención por la minusvalía. Mi madre me maltrataba, no asumía su responsabilidad de llevarme a la guardería ni al colegio, lo cual no estuve escolarizada hasta los seis años. Al crecer con carencia de afectividad, crecí acostumbrada a ver odio, desprecio, aversión hacia los demás y rencor.
Cuando mis abuelos vinieron a visitarnos a mi madre y a mí y vieron el panorama que nos rodeaba, nos llevaron a casa pese que mi madre no se llevaba muy bien con mis abuelos. Siempre he tenido una familia bastante disfuncional. Empecé el colegio en un curso menos, por el bajo nivel que suponía no haber estado escolarizada nunca. Eso hizo hincapié en que mis compañeros me empezasen a ver diferente, rara, fuera de lugar, ya que me incorporé en el curso casi a finales del tercer trimestre, sólo porque así me ''acostumbraba'' al ambiente escolar.
Siguió mi niñez, hasta que a los trece años me empecé a dar cuenta de mi verdadera inclinación sexual. A esa edad ya tenía mis "amistades" en el colegio/instituto, por ende, decidí contarles de mis dudas sexuales. Ellas no tan contentas que con mirarme con desprecio, decidieron propagar el "rumor" por todo el instituto. Sentía como las miradas me traspasaban, se clavaban en mí y me hacían sentir diminuta ante la adversidad que suponía parecer y ser conocida como "rara". Tras varios días buscando apoyo en mis "amistades" del instituto en ese entonces, su presencia iba disminuyendo sin apenas percatarme, porque seguía buscándolas en el patio para hablar con ellas, hasta que se cansaron de que la "rarita" del instituto las buscase y un día como otro cualquiera se pararon frente a mi, me miraron, se giraron y siguieron caminando. Me quedé paralizada al borde del llanto, desde ese entonces todo cambió.
Dejé el instituto, me encerré en casa, hasta que por mi difícil situación familiar y mi descontrolado pero incontrolable desastre personal servicios sociales decidió separarme de mi familia (madre y hermano) y meterme en un centro de menores. Todo cambió para siempre, incluso yo misma. Estuve más de dos años alejada de mi familia, sin nadie que conociese, rodeada de normas estúpidas, que me hacían sentir más desgraciada.
Me convertí en la persona que soy ahora, fría, distante, rozando la misantropía pero... según por dónde se mire, bueno o malo hilo de esperanza que me hace mantener la fe (pequeña) en la humanidad, queriendo aportar mi granito de arena sea dando a conocer mi opinión en los hilos de este foro, haciendo compañía o intentarlo a personas que la soliciten... Espero que sea una actitud recíproca.
Actualmente apenas tengo contacto humano, incluso con mi propia familia, siento ansiedad por un mínimo ruido que se pueda llegar a colar por mis oídos mientras escucho música, lo que me hace sobresaltarme y entrar en pánico por pensar que alguien puede molestarme cuando estoy sola (siempre). Me pongo muy nerviosa y me entra una terrible agresividad. Sufro de agorafobia, me agobia bastante verme rodeada de personas y siento que no puedo salir de ahí, me angustian las colas, sean cortas o largas, siento que nunca se van a terminar. Soy una persona muy paciente, pero si tengo que esperar algo que no sea en compañía. Soy una persona muy introvertida y tímida. Siempre voy con los auriculares puestos, y aunque esté el sonido al máximo, siempre se cuelan voces, cuando voy andando por la calle y oigo risas siento que se ríen de mi. Tuve un error que me hizo aumentar esa manía, fue parar la canción una vez mientras caminaba, y comprobar que estaban criticándome. Mi vestimenta, mis pintas, mi forma de caminar, mirando siempre abajo...
Y eso es todo, creo que me he explayado más que bastante, me dejé llevar por mis impulsos y la parafernalia explosiva de mi imaginación.
Gracias por leer.
