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09-may-2015
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Es bien sabido que los antidepresivos provocan el efecto paradójico de incrementar la probabilidad de suicidio. Yo los tomé durante tres años y puedo asegurar que los pensamientos suicidas me han acompañado desde entonces de manera mucho más intensa que antes de empezar a tomarlos.
¿Por qué sucede esto? Pues bien, según mi experiencia, lo que ocurre es que calman la ansiedad y alivian la tristeza induciendo una agradable pero improductiva languidez, que lleva a desear no hacer nada y a sentirse siempre en un estado próximo al sueño. Recuerdo que, en la primera época, cuando paseaba por la ciudad, me paraba a menudo en un banco cualquiera y me tumbaba. Si no me dormía era por temor a que alguien me hiciera algo, pero en lugar de seguir mi paseo prefería quedarme allí y apagar mi cerebro durante un buen rato. Del mismo modo, si me ponía a leer algo o a ver una película, me sorprendía a mí mismo distraído y al borde del sueño.
El problema real llega cuando esa languidez se ve desafiada por la lógica exigencia de actividad: uno debe trabajar, o estudiar, o hacer algo con su vida. Pero, en esas condiciones, mantenerse activo es un suplicio. El pensamiento que surge entonces, con toda lógica, es el siguiente: no hay nada que desee más que la ausencia de toda actividad, que viene a ser la ausencia de vida; por lo tanto, la vida misma es el problema, y la muerte debe ser la solución.
Todavía hoy pienso a menudo en suicidarme; todavía hoy pienso que es la mejor salida y que, si pudiera terminar mi vida pulsando un botón, lo haría sin dudarlo, incluso en los buenos momentos en que la vida me trata con cierta dulzura. Mi languidez me dice que, al fin y al cabo, todo es un contratiempo, y la muerte es la perfecta ausencia de contratiempos. Y hace años que dejé la medicación. Cuando la tomaba, me ocurría lo mismo: recuerdo, por ejemplo, leer una novela donde el protagonista se suicidaba y sentirme intensamente seducido por la idea, que me parecía del todo razonable. Antes, la idea del suicidio no estaba ni mucho menos tan presente en mi mente. Era solo una fantasía inocua que aparecía de tarde en tarde cuando los estudios me agobiaban, y nunca pasó de ahí, ni siquiera tras algún suceso traumático.
A esto hay que añadir el sentimiento de angustia que la medicación me trajo consigo. La sensación de vacío anterior a la medicación era, por decirlo de algún modo, anti-emocional, y casi podía regodearme en ella como en la contemplación de un objeto artístico, sin sufrirla. Tras empezar a medicarme, comenzó en mi mente una perversa transformación que me volvió emocionalmente vulnerable y presa constante de la angustia ante el menor contratiempo, lo que quizá guarde relación con la invalidante languidez antes mencionada.
No me quiero extender más; solo quería, a partir de mi experiencia, arrojar un poco de luz sobre la paradoja de que un medicamento diseñado para combatir la infelicidad provoque pensamientos suicidas.
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09-may-2015
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Te leo y te compadezco. En mi caso, fueron ante todo los antipsicóticos los que me condujeron a juguetear con el suicidio, amén de una sensación indescriptiblemente orgánica: como si mi mente se hubiera empastado y algo lábil tiritase en sus adentros, borroso y anegado. En un estado de neutralización tan manifiesto, los raros momentos en que mi conciencia emergía de su letargo se cifraban en una especie de arcada que recrudecía mis sentidos e interpolaba la urgencia psicofísica de desaparecer. Desaparecer, sea como fuese. Cada noche, al rizarse el pico químico de la cápsula sedante, anhelaba con secreta abnegación no volver a abrir los ojos, no volver a participar del horror cósmico que a duras penas soportaba. Con los antidepresivos, para rematar, sufría zumbidos en el cráneo con milimétrica regularidad; cada vez que me esforzaba en concentrarme en algo, fssssffsfss; cada vez que ejecutaba movimientos bruscos, fsssgsggsgfs. Y todo por el estilo.
Todo ello, por suerte, se acalló poco después de acometer mi resolución de abandonar los medicamentos.
La vida es, en efecto, contratiempo: antítesis del tiempo, reposición infinita del tiempo sobre un mismo cuerpo y sobre todos los cuerpos enhebrados en primigenia tensión. Me sorprende cuán subestimada está la capacidad de sufrir, íntimamente vinculada a la fluidez emocional que nos erige en seres vivos.
¿Qué libro leías, por cierto? ¿Cómo te encuentras actualmente?
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09-may-2015
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Actualmente estoy medicado y puedo asegurar totalmente que esto es cierto. Has calcado con tus palabras lo que yo siento cada día.
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10-may-2015
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Cita:
Iniciado por Kobresia
Con los antidepresivos, para rematar, sufría zumbidos en el cráneo con milimétrica regularidad; cada vez que me esforzaba en concentrarme en algo, fssssffsfss; cada vez que ejecutaba movimientos bruscos, fsssgsggsgfs. Y todo por el estilo.
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¿Esos zumbidos son literalmente sensaciones acústicas? Si es así, en mi caso es un poco diferente. Noto simplemente que, al intentar concentrarme, una parte de mi cerebro no consigue activarse, y el esfuerzo por activarla deriva en una indefinible sensación entre mareo, sueño y arcada. Maldita medicación.
Cita:
Iniciado por Kobresia
¿Qué libro leías, por cierto? ¿Cómo te encuentras actualmente?
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No contestaré a lo primero, no vaya a ser que comprometa mi anonimato. Respecto a lo segundo, me encuentro jodido. Intento encontrarme un futuro que satisfaga las exigencias de mi languidez y a la vez sea lo bastante digno como para que el camino merezca la pena. Un difícil equilibrio, acaso imposible. Y la búsqueda misma de ese futuro ya es un trabajo que exaspera a mi languidez.
Al menos veo algunas opciones que, sin ser especialmente inspiradoras, podrían funcionar, y debo perseguirlas antes de darlo todo por perdido. Si no funcionan, estaré atrapado en el abismo, pues temo que no me atreveré a suicidarme.
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10-may-2015
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Cita:
Iniciado por Menudo_Ladrillo
¿Esos zumbidos son literalmente sensaciones acústicas? Si es así, en mi caso es un poco diferente. Noto simplemente que, al intentar concentrarme, una parte de mi cerebro no consigue activarse, y el esfuerzo por activarla deriva en una indefinible sensación entre mareo, sueño y arcada. Maldita medicación.
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Bueno, la onomatopeya no es simétrica; más bien figurarían en descargas eléctricas que al ejercer presión en los oídos concertaban una acústica semejante. Al parecer se debía a un síndrome de discontinuación en la toma de antidepresivos, sólo que en mi caso se activaba por defecto, como también he constatado por otros testimonios, siempre en dosis elevadas. En alguna ocasión llegó a asustarme mucho.
Vaya, ¿eres multinick o simplemente paranoico compulsivo?
Y más interrogantes: ¿dónde crees que se traba el origen de tu languidez? Sobre esta disyuntiva no está de sobra recordar el grávido impacto que tu estilo de vida (desde lo que comes hasta en lo que te ocupas) desempeña sobre la energía que percibes. ¿Ha sido siempre así o acaso evocas una (ay, nostálgica) juventud, cuando, espoleado por una pulsión vital que recorría el circuito de tus venas, te precipitabas flamígero y grácil hacia una visión de infinitud?
Dicho esto, me encuentro en una situación muy similar. Es paradójicamente en los momentos de felicidad palpitante cuando deseo morir con más intensidad, como colofón a una vida intrascendente, pero, a su manera, hermosa.
Ten en mente que ningún abismo es eterno. Quizás una inmersión verdaderamente horrible (de las que escaldan metafísicamente) te ayude a apreciar mejor la luz.
Te deseo toda la suerte del mundo. Espero que encuentres algo a lo que aferrarte. Un abrazo de parte de un desconocido.
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Última edición por Kobresia; 10-may-2015 a las 15:04.
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10-may-2015
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Jajajaja no
En mi caso no es así. Yo antes no era consciente de mi cuerpo, pensaba que ni siquiera tenía alma. Desde que tomo antidepresivos tengo más energía y si me quiero suicidar a veces es porque pienso que algún día lo antidepresivos dejarán de hacer efecto y que volveré a estar deprimido. No sé qué os recetan a vosotros, qué raro xd
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10-may-2015
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No soy multinick, Kobresia; simplemente me preocuparía que mis conocidos descubrieran por aquí lo que no he querido contarles en persona.
Por cierto, a ti te deben de haber recetado Gongorina o Retoricina, por lo menos...
Mi languidez es la combinación de mi apatía innata y los estropicios de la medicación. No hay mucho más.
Sí, cuando era más joven me precipitaba "flamígero y grácil hacia una visión de infinitud", o, como yo lo veo, tenía cierta capacidad de fantasear e ilusionarme, era creativo, tenía inquietudes. Todo ello matizado por la ansiedad y la apatía, pero ahí estaba. Ahora ya no.
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10-may-2015
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Y a ti debieron de recertarte Mongoloidina, sumado a comprimidos de Victimina e inyecciones periódicas de Dramaticina.
Si tienes algún problema con la forma en que escribo, te invito a quedar cualquier día para pegarnos en la calle.
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10-may-2015
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Cita:
Iniciado por Kobresia
Y a ti debieron de recertarte Mongoloidina, sumado a comprimidos de Victimina e inyecciones periódicas de Dramaticina.
Si tienes algún problema con la forma en que escribo, te invito a quedar cualquier día para pegarnos en la calle.
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Solo era una broma, hombre. Estamos en el mismo barco.
Y al menos yo no te he insultado.
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10-may-2015
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Perdona, brother. No sé qué me pasa últimamente, pero estoy muy hipersensible y salto al mínimo desliz. Todos los comentarios son fagocitados por mi minucioso dispositivo de paranoia.
Es decir, estoy yo mismo abismado y alicaído, y trato de arañar las pocas fuerzas de que dispongo para articular algo de apoyo, por nimio que sea, por tugurios del internete; y me encuentro con que el grueso de las réplicas se orientan a criticar mi escritura: ¡pues váyanse a la mierda!
O, al menos, ése es mi proceso mental. Idóneo pretexto para descargar la bilis que almaceno adentro.
No obstante, mantengo la propuesta de pegarnos. Sería cuanto menos vigorizante. Piénsatelo.
¿Cuáles eran tus ilusiones de antaño, las que conferían cierto sentido a tu vigilia, si pueden citarse?
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