Estoy tranquilo, sentado en el sillón, solo, sin nadie en casa. Empiezo a pensar en mañana, de pronto sin esperarlo como caído del cielo, mi corazón me da un vuelco, empiezo ahogarme, no tengo salida, entro en pánico, racionalmente sé que no me voy a morir aunque emocionalmente sé que la muerte esta en el siguiente segundo.
¿Qué es lo que ha pasado conmigo?, ¿No lo puedo controlar?, ¿Tendré curación?
Lo que acaba de suceder tiene mucho que ver con lo que se llama ansiedad anticipatoria.
La ansiedad es una respuesta positiva y natural del organismo, sirve para defenderse de una amenaza o simplemente para afrontar una situación difícil. Cuando se superan ciertos umbrales de activación, la ansiedad se trasforma en una respuesta patológica, la cual se manifiesta en ataques de pánico o en una alta ansiedad residual.
La anticipación, tiene que ver con imaginar el futuro. Cuando estoy sentado en el sillón de mi casa, y empiezo a pensar en lo que voy hacer mañana. Anticipo que va a ser horrible viajar en el metro, con tanta ansiedad, lleno de gente, cuando las puertas se cierran y no tengo salida. Más tarde llego al trabajo y no voy a poder parar de pensar en la cena que tengo con los compañeros, empezaré a sudar y no podré escapar de la situación y los otros me miraran y se reirán de mí. Mientras pienso esto mi corazón late a diez mil por hora, mi respiración es superficial y rápida, comienzan esas sensaciones a las que tengo tanto pánico. Mejor me quedo en casa, de esta manera mis temores se ven confirmados, me he vuelto a escapar de la muerte, la locura o del ridículo más espantoso.
La ansiedad anticipatoria tiene que ver con la profecía autocumplida.
Para explicarlo me remito a un chiste malo, en una comunidad de vecinos viven tan solo dos inquilinos, uno de ellos se le estropea la batidora mientras esta haciendo un pastel para unos invitados que van a llegar esa misma noche. De manera que decide pedir la batidora a su vecino. Mientras va por el pasillo, subiendo las escaleras comienza a pensar “ mi vecino es un chulo, siempre va con la nariz para arriba, mirando por encima del hombro, y le cuesta saludar, que estúpido”, cuando llega a la puerta y llama a su vecino le dice en tono enfadado, “sabes lo que te digo, que te puedes meter la batidora por donde te quepa”
En muchas ocasiones cuando anticipamos, nos montamos unas películas, unos guiones que están tan solo en nuestra fantasía pero que al no confirmarlos o al confirmarlos según lo que hemos pensado, acaban siendo ciertos. Cuando estoy en mi casa en realidad me he salvado de un día horrible, de taquicardia en el metro, de mareos, de sudores en la cena... Si decido quedarme en casa la profecía se ha cumplido. Si hubiera salido, la realidad pudiera haber sido de otra manera.
Es interesante, ver a la ansiedad anticipatoria como la tensión entre el ahora y el futuro. Este vacío lo llenamos de interpretaciones catastróficas, de películas o de fantasías que acaban siendo ciertas.
Para romper este mecanismo hay varías técnicas, la parada de pensamiento, el estar en contacto con el aquí y el ahora, imaginar, visualizar el enfrentamiento a situaciones temidas de manera positiva o el plantear que hay de realidad y de fantasía en nuestras predicciones o anticipaciones.
Tan pronto como dejamos de estar en contacto con el presente y saltamos hacía el futuro con tintes catastróficos, entramos en la espiral de la ansiedad anticipatoria.
|