Yo, en enero de este mismo año, perdí a mi hermana, de 34 años, en las circunstancias mas tristes.
Y la verdad es que aunque pensaba que tenía asimilada la idea de que el mundo es un lugar ciego e indiferente a los deseos humanos, me pilló por sorpresa el dolor de ver el absurdo total ensañándose en la carne de mi carne. Y repito, aun en el conocimiento de que estadísticamente, cuando uno vive en un basurero en el que millones de personas sufren lo indecible, sabe que es normal que le toque su porción de miseria, no me creía tan vulnerable a la constatación en mi propia vida. Supongo que hay algún mecanismo en el cerebro que impide llegar a la locura en la contemplación de la desgracia y el mal ajenos, y evitando pensar contínuamente que te puede tocar a tí. Tu eres diferente, los demás son los demás (aunque la razón te grite lo contrario).
Como hace muchísimo tiempo que no tengo un Dios-comodín al que culpar, entender o interpretar, trato de vivir plenamente el sinsentido. Tal vez el conocimiento del Universo, tal cual es, descartando con energía (y a veces rabia) las mitologías encaminadas a tapar su crudeza, pueda ser algo interesante en que ocuparse mientras dure la consciencia, antes de entrar en la nada. El estudio excitante del absurdo.
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