Padecí bastante con ello hace ya bastantes años y la verdad es que me condicionó bastante la vida. Empecé aún de niño y se me agudizó con unos 15 años. Vives con la sensación de que todos los arquitectos y urbanistas están conjurados por hacer la vida imposible a los agorafóbicos. No soportaba los grandes espacios abiertos, de interior o de exterior. Ir con mis padres a una gran iglesia era una tortura y entrar en una catedral era morirme. Hacia los 15 años se extendió ese pánico en las clases grandes del colegio donde iba, llegó un momento en que salía casi todos los días de clase con la excusa de ir al servicio, cuando resistía dentro era un amasijo de nervios, medio mareado, agarrado a la mesa, sudando, con el corazón a mil por hora, con temor a desmayarme... es algo que nadie sabe lo que es más quien lo sufre. Llegué a la universidad y allí las clases eran aún más grandes, al final fue la principal causa por la que dejé los estudios. Luego tenía problemas para ir por avenidas anchas, por cruzar plazas grandes, estar en una gran playa, en un aeropuerto ni te digo...
Me tocaron malos momentos, aún no estaban desarrolladas las terapias, no sabías donde ir, no estaba tan normalmente visto como ahora: casi en la época de Paco (esa vergúenza nacional que tuvo nuestra historia), el colegio donde iba era una mierda, nadie se preocupaba por los que iban mal, mis padres tampoco entendían mucho del tema...
Pienso que si fuera hoy me hubiera sido más fácil salir, me hubiera buscado algún psicólogo competente. Fui a un psiquiatra y me llenó de ansiolíticos que me aliviaban el problema pero que no me lo solucionaban. También tenía problema de fondo de fobia social y aislamiento.
Salí por mi cuenta, echándole huevos como se suele decir. Dejé los ansiolíticos a un lado y día a día con mucha voluntad. Me obligaba a ir por las calles anchas, a cruzar las plazas, pienso que alguna vez debía resultar hasta cómico, pues lo debía hacer medio corriendo. Remitió espontáneamente. Quizás me ayudó bastante el haber encontrado entonces un grupo de amigos nuevo que lograron romper mi aislamiento, empecé a hablar, a salir con ellos. Quizás sea muy buena terapia los amigos, sentirte querido por la gente y luego también no tener miedo a comentar el problema, pedirles incluso que te ayuden a cruzar una plaza o a estar contigo en ese momento (eso nunca lo hice pero hoy lo haría), bueno miento, tengo vértigo también y una vez fui del brazo de un amigo por un desfiladero de varios kilómetros en una excursión de montaña, parecíamos dos enamorados jajaja y no pasó nada: la gente que estaba allí todos los veían normal, simplemente que yo tenía vértigo, luego me seguían hablando igual que antes, nadie lo veía raro como yo alguna vez pensé. De aquella agorafobia hoy sólo me queda el resto de sentirme nervioso estando dentro de una catedral, pero bueno esto ya no tiene importancia, con no entrar en las catedrales estoy arreglado, no me pierdo nada para mi vida.
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