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24-oct-2009
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25-oct-2009
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Mi padre se casó con mi madre.
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25-oct-2009
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No, no es "Mi padre se casó con mi madre" ¿De qué autor es este libro?. Como pista diré que el autor del libro cuyo fragmento copié más arriba es chino, y que al libro lo usan más los empresarios que los militares.
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25-oct-2009
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"El Arte de la Guerra", Sun Tzu. No lo leí, pero me imagino que es ése por la última pista que pusiste.
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25-oct-2009
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Sí, acertaste Dorffer. Es "El arte de la guerra". Te toca poner un fragmento.
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25-oct-2009
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Cita:
—Sr. Clements— dijo repentinamente, —cómo lo envidio.—
—¿A mí? ¿Pero por qué?— dijo Clements.
—Le diré, Sr. Clements, le diré, si puedo ser tan atrevido.— Había una cierta timidez y nerviosismo en su voz, que lo hacía parecer como si se estuviera disculpando de todo lo que decía.
—Por favor, dígame.— dijo Clements.
—Es porque para mí, Ud. parece tener una vida tan exitosa.—
Se va a poner ebrio melancólico, pensó Clements. Es uno de los que se pone melancólico y no puedo soportarlo. —Éxito— dijo, —no veo nada especialmente exitoso sobre mí.—
—Oh, sí, por cierto. Toda su vida, si puedo decirlo, Sr. Clements, parece ser muy placentera y exitosa.—
—Soy una persona muy ordinaria.— dijo Clements. Estaba tratando de darse cuenta qué tan ebrio el otro estaba en realidad.
—Creo— dijo el Sr. B., separando cada palabra cuidadosamente de la otra, —creo que el vino me ha subido un poco a la cabeza, pero...— Hizo una pausa, buscando las palabras. —... Pero quiero hacerle sólo una pregunta.—
—Sr. Clements— dijo sin mirarlo a la cara, —¿Ud. cree que es posible que un hombre llegue a la edad de cincuenta y dos años sin nunca en toda su vida haber experimentado ni una sola vez el más pequeño éxito en nada de lo que ha hecho?
—Mi querido Sr. B.— Clements sonreía, —todos tienen sus pequeños éxitos de vez en cuando, por pequeños que ellos puedan ser.—
—Oh no— el Sr. B. dijo amablemente. —Ud. está equivocado. Yo, por ejemplo, no puedo recordar haber tenido un solo éxito de ningún tipo durante toda mi vida.—
—¡Vamos!—dijo Clements, sonriendo. —Eso no puede ser verdad. Recién esta mañana Ud. vendió su empresa por cien mil. Yo llamo a eso un gran éxito.—
—La empresa la heredé de mi padre. Cuando él murió hace nueve años, valía cuatro veces más. Bajo mi dirección perdió tres cuartos de su valor. Ud. difícilmente puede llamar a eso un éxito.—
Clements sabía que esto era verdad. —Sí, sí, está bien.— dijo. —Eso puede ser verdad, pero de todas formas Ud. sabe tan bien como yo que todo hombre vivo tiene su cuota de pequeños éxitos. Puede ser que no grandes éxitos, pero pequeños. Quiero decir, después de todo, aun anotar un gol en la escuela fue un pequeño éxito, un pequeño triunfo, en ese momento; o hacer algunas corridas o aprender a nadar. Uno se olvida de ellos, eso es todo. Uno sólo se olvida.—
—Nunca anoté un gol.— dijo el Sr. B. —Y nunca aprendí a nadar.—
—Sí, sí, lo sé, pero no ve que hay miles, literalmente miles de otras cosas, cosas como... bueno... como pescar un buen pez, o arreglar el motor del auto, o alegrar a alguien con un regalo, o ganar una pequeña apuesta, o... bueno, ¡uno puede seguir enumerándolas eternamente!—
—Tal vez Ud. puede, Sr. Clements, pero yo nunca he hecho ninguna de esas cosas. Eso es lo que estoy tratando de decirle.—
Clements puso su copa sobre la mesa y miró con un nuevo interés a esta persona que se sentaba en frente de él. Estaba molesto y no sentía la más mínima compasión. Este hombre no inspiraba compasión. Era un tonto. Tenía que ser un tonto. Un tremendo y completo tonto. Clements tuvo un repentino deseo de avergonzar a este hombre tanto como pudiera.
—¿Qué hay sobre las mujeres Sr. B.?— No había disculpa por la pregunta en el tono de su voz.
—¿Mujeres?—
—Sí, mujeres. Todo hombre bajo el Sol, hasta el más desgraciado y sucio vagabundo en algún momento u otro ha tenido algún tipo de pequeño éxito con...
—Nunca.— gritó el Sr. B. con repentino vigor. —No, Sr., nunca.—
Lo voy a golpear, Clements pensó para sí mismo. Ya no puedo aguantar esto y si no tengo cuidado me voy a levantar y lo voy a golpear. —¿Quiere decir que no le gustan?— dijo.
—Oh sí, por supuesto que me gustan. En realidad las admiro muchísimo, muchísimo por cierto. Pero me temo... no sé bien cómo decirlo... pero me temo que no parece que pueda relacionarme muy bien con ellas. Nunca pude. Nunca. Verá Sr. Clements, luzco muy raro. Lo sé. Se me quedan mirando y a menudo las veo riéndose de mí.— El rastro de una sonrisa, débil e infinitamente triste, se formaba en su boca.
Clements había tenido suficiente. Dijo algo sobre que estaba seguro que el Sr. B. estaba exagerando la situación, luego miró su reloj, pidió la cuenta, y dijo que lo sentía pero que tendría que regresar a la oficina.
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25-oct-2009
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¿Me das alguna pista sobre el autor?
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25-oct-2009
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Es de habla inglesa. Vivió en el siglo XX.
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25-oct-2009
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Creo que voy a necesitar otra pista
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25-oct-2009
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Nació en el Reino Unido.
No es una novela. Es el fragmento de un cuento.
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