Me parece que lo que intenta decir es algo así como que ella, desde su subjetividad y sin haber vivido en propia carne el ser fea, siente su desdicha como lo más intenso respecto a su problema en concreto. Me explico fatal... Quiero decir que no somos capaces de realmente ponernos en la piel de cualquier otra persona y sentir su dolor, sentir su desdicha. Ella no es fea y sería estúpido considerar un problema el ser guapa. Sin embargo lo que parece también innegable es que ella, para ella subjetivamente, ha hecho del ser guapa un problema respecto a las relaciones sociales. Sea como fuere, tanto si uno es guapo como si es feo, se crea una imagen, una expectativa. Y ella siente que todo el que se le acerca está obcecado con esa imagen que se ha formado a través de su aspecto físico y condicionado por la belleza de ella.
Que se queje por vicio o no... bueno, es que ella no es fea para saber que se siente al ser feo, aunque comprendo que moleste que una persona guapa parezca que se queje por ser guapa. No se queja por ser guapa, se queja por cómo se siente, ojo. Ese sentimiento podrá parecernos más o menos justificado, pero el hecho es que ella lo siente.
El problema es, como tan a menudo sucede, el querer algo de los demás. Tanto por parte de esta chica como por parte de los chicos con los que ha quedado. Ella misma nos dice que la mayoría de los chicos que ha conocido son superficiales. Bien, parece que ella misma ya esperaba algo de los demás, al igual que ellos esperaban algo de ella. El problema es considerar las relaciones humanas como una serie de transacciones comerciales, en las que yo te ofrezco algo que te interesa a cambio de que tú me des algo que me interesa a mí. Puedo querer que me distraigan, que me hagan reir, que me hagan sentir importante, que me hagan sentir segura, que me haga sentir placer (su físico, su personalidad, lo que sea) etc. Y si espero eso de alguien es inevitable sentir la desazón de deuda hacia la persona que parece habernos ofrecido una mercancía que deseábamos de él, de él o de cualquier otro que nos ofrezca básicamente lo mismo. Y si esa persona no me ofrece, no tiene aquello que yo ya había prefigurado, aquellas expectativas que ya me había creado, me decepciona.
El problema viene de base. Es cierta incapacidad propia de ver al prójimo como algo más que una serie de valores que nos gustan o nos desagradan. Si esa incapacidad es recíproca, se da en ambos bandos, es inevitable que haya un inmediato distanciamiento y frialdad. Nos podremos engañar, sí, obcecarnos en creer que estoy a gusto con esa otra persona por como es, con lo que me gusta y lo que no, por el conjunto, que eso es amor, etc. Pero nadie sino uno mismo va a ser capaz de darse cuenta si se está engañando o no.