Cita:
Iniciado por Faith87
Es inutil hablar con la pared (y no me refiero a dios precisamente). No voy a malgastar mas tiempo en este tema.
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Faith, no te desanimes. Hablar de Dios nunca es malgastar el tiempo sino ganarlo. Si Jesús lo quisiera, cualquiera de los que aquí niegan su existencia y su naturaleza divina podría mañana mismo recibir su gracia y convertirse. Así como Pablo de Tarso mataba cristianos y luego se convirtió, porque recibió la gracia de Dios y no por sus razonamientos o su elección moral.
Argumentar con los no creyentes en sus términos es como darle de comer carne a una vaca. Los no creyentes (y entre ellos hay muchos falsos creyentes), solo creen en las cosas de este mundo: su cerebro, su razón, su ciencia, sus intereses, su cuerpo, su vida,... Están atados por las cadenas del mundo y no son capaces de entender que el reino de Dios no es de este mundo.
Así dijo Jesús:
"Ahora regreso a donde tú estás. Pero digo esto mientras estoy en el mundo, para que mis seguidores sean tan felices como yo. Les he dado tu mensaje, y por eso los de este mundo los odian, pues ellos ya no son como esa gente, y tampoco yo soy así. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas de Satanás. Yo no soy de este mundo, y tampoco ellos lo son. Tu mensaje es la verdad; haz que al escucharlo, ellos se entreguen totalmente a ti. Los envío a dar tu mensaje a la gente de este mundo, así como tú me enviaste a mí. Toda mi vida te la he entregado, y lo mismo espero que hagan mis seguidores."
Juan 17:13-19
La oración es como sentarnos a hablar con Jesús (aunque lo hagamos pensando y no hablando). ¿Qué haríamos si tuviéramos al lado a quien estamos seguros de que es el hijo de Dios que nos ha creado y salvado? Incluso si no estuviéramos seguros o no creyéramos del todo en él, ¿le repetiríamos unas frases aprendidas a toda prisa?, ¿le daríamos un listado de peticiones que debe cumplir para demostrarnos que existe?, ¿le dejaríamos de hablar si no cumple? ¿Es esa la forma de tratarle? Así pues, ¿por qué hay quien "reza" como si se dirigiera a un ídolo frío y lejano y no al mismo Jesús que está a su lado? ¿Por qué si yo me encuentro al lado de Jesús no le agradezco que esté allí conmigo y le pregunto si me necesita para algo, si puedo ayudarle en mi breve paso por este mundo? En caso de tener dudas sobre él, ¿por qué no le pregunto humildemente y le pido que me las aclare? Sus respuestas están ya en los evangelios, pero él puede ayudar a leer y entender. ¿Por qué voy a pedirle solo sobre las cosas de este mundo si éstas van en contra de sus enseñanzas?
Hablemos con Jesús como si estuviera físicamente a nuestro lado, con palabras sencillas, con humildad, porque a él le agrada así. Démosle gracias por su presencia, arrepintámonos de lo que hacemos mal, pidámosle que nos de fuerzas para resistir las tentaciones, aceptemos su voluntad,... y entonces pidamos por aquello que esté acorde a sus enseñanzas.