Hay dos fórmulas con las que puedes desidentificarte de tus falsas identidades.
Tú no eres tus pensamientos, ni tus sentimientos, ni tus ideas, ni tampoco tus proyectos. Eres simplemente “ese” estar consciente.
Luego pase lo que pase, permanece consciente. Tu eres consciencia y..esta identidad no puede desaparecer. Esta identidad no se puede negar. Todo lo demás puede ser denegado.
La consciencia es el último sustrato, la última base. Este hecho no puede ser negado. No puedes negarlo, no puedes separarte de ella.
Luego este es el proceso: “Eso” de lo que no puedes deshacerte, “eso” que no puede separarse de tí, eres tú; aquello de lo que te puedes desacer no eres tu.
Sientes dolor; unos momentos después ya no lo sientes, el dolor ya no está, pero tú sí.. La felicidad va y viene; estuvo presente y se irá, pero tú permanecerás aquí. Un día tu cuerpo es joven, después envejece...Todo va y viene — los invitados van y vienen — pero el dueño de la casa, tu conciencia, permanece.
Los místicos de la tradición Zen dicen : No te pierdas en la multitud de los invitados.
Recuerda que eres el anfitrión. Recuerda que tu casa es la consciencia. Que tu hogar es ser un observador consciente. Observa, ¿Qué es “eso” que permanece siempre presente en ti? Y... permanece fiel a ello, y no te identifíques con lo impermanente, permanece al margen de todo lo que va y viene.
Pero nos identificamos con los invitados. El dueño de la casa está tan ocupado con los invitados, que se olvida de quien realmente es.
Mulla Nasruddin hacía una fiesta para sus amigos y otra gente. La fiesta era enormemente aburrida, y a media noche todavía no se había terminado. Entonces un invitado que no conocía a Mulla le dice, "No he estado nunca en una fiesta así, tan absurda. Parece que no vaya a acabar nunca, y estoy tan aburrido que creo que me voy a marchar."
Mulla le contesta, " Te iba a decir exactamente lo mismo. Yo tampoco he estado nunca en una fiesta tan aburrida y absurda. También estaba pensando en marcharme, pero no me atrevía." Y los dos se van juntos.
Entonces, en la calle Mulla se acuerda y dice, “Aquí hay algo que no funciona, me acabo de dar cuenta de que... ¡yo soy el anfitrión!, luego perdóname pero, ¡Tengo que volver a la fiesta!"
Esto nos ocurre a todos: el anfitrión se pierde, nos olvidamos a cada momento de que somos los dueños de la casa.
Tú, eres el ser que observa, el anfitrión. El dolor viene y el placer le sigue; hay felicidad y hay miseria. Y cada momento, sea lo que sea que venga, te identificas con ello, te conviertes en el invitado. Recuerda que eres el dueño. Cuando entres en conflicto, recuerda que eres el anfitrión.
Hay muchas clases de “invitados”: placenteros, dolorosos; invitados que te gustarán, invitados que no te gustarán que sean tus invitados; invitados que te gustaría que estuvieran contigo toda la vida, invitados que te gustaría evitar — y todos ellos son invitados.
Recuerda que eres el anfitrión. Recuerda continuamente que eres el dueño de la casa. Permanece en esta posición. Permanece en la posición del dueño; entonces se produce una separación. Se crea un espacio, un intervalo — el puente se rompe. En el momento en el que se rompe el puente, se produce el fenómeno de la renunciación. Entonces estás en ello, pero no formas parte de ello. Entonces puedes estar con el invitado y seguir siendo el anfitrión. No necesitas escapar de los invitados — no es necesario.
Osho