Cita:
Iniciado por Auto-Obstáculo
Por otro lado creo que el ser humano es capaz de violar algunas leyes que la naturaleza le impuso. Tiene libre albedrío suficiente para decidir por sí mismo sobre algunas cuestiones. Sobre otras no, por supuesto, porque somos subproducto de la evolución azarosa del universo. En el caso del sexo, yo creo que es como el gusto por los colores o las comidas. Naces con una preferencia por alguno de ellos, pero pueden ir cambiando con el tiempo. El principal órgano sexual es el cerebro, como todos sabemos, y no está exento de flexibilidad.
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En cuanto a lo marcado: deshacerse de la necesidad sexual no es nada fácil. Ni de la necesidad de comer y beber. Sé que entra dentro de lo obvio y lo dices en referencia a la forma de vivirlas, esas necesidades básicas, pero si lo menciono es porque muchos continuan insistendo en que
sí se pueden controlar y decidir, algunas
necesidades.
Respecto a lo del gusto, como sugieres, es una cuestión de educación: los sentidos se educan (o los educamos) y en cuanto a ello tomaremos un camino u otro según lo que queramos, pero sobretodo, podamos. La sexualidad, más allá de la necesidad fisiológica mencionada previamente, es una cuestión que cada uno decide como vivir, pero dentro de sus posibilidades. Tus amigos son personas de éxito: tienen ya un proyecto de vida definido y disfrutan en un bienestar que les permite plantearse maneras ociosas de vivir su sexualidad, o sea, de canalizar ese impulso sexual del que nos es imposible deshacernos. Sin ir más lejos y como ya mencioné, el erotismo es un hecho intelectual, y como tal no lo desarrollaremos todos, y cada uno que lo haga lo hará a su manera. También siguiendo tu analogía con las comidas (muy acertada), por mucho que a un homeless le encante la langosta, no la podrá comer; asimismo, citando a Jules en Pulp Fiction, quizá la carne de rata de cloaca sabe de maravilla, pero me da igual porque no la pienso probar. Y sí, quizá yo me lo pasaría muy bien estando con hombres, pero de momento no entra dentro de mis proyectos. Quizás cuando ya lo tenga todo y pueda preocuparme sólo del placer me lo plantee. La bisexualidad escogida no es una condición, sino un lujo.
Resumiendo: que como humanos tengamos la -mayoritariamente latente- capacidad de decisión sobre como vivir nuestra sexualidad, no es motivo para andar afirmando que todos somos bisexuales. Por la misma regla de tres deberíamos decir, entonces, que somos todos psicópatas, por el simple motivo que nos podemos volver uno. O inteligentes, o bellos, o divertidos...
Y para los que sigan defendiendo erre que erre y por motivos de ética utópica e infantil que sí, que somos todos bisexuales (oh, qué bonito sería), se me ocurre una puntiaguda comparación que será de su agrado, aprovechando que ya se ha mencionado la comparación con la comida y el sentido del gusto: ¿no es un vegano, acaso, omnívoro? Se está perdiendo un montón de posibilidades y sabores, escogiendo ese camino. Quizá deberíamos escoger, al igual que hacen los veganos con el motivo de evitar el sufrimiento animal, ser todos homosexuales (porque así nos aseguramos de entender la otra persona al 100% y evitaremos el sufrimiento que implica la falta de comprensión entre sexos). Por el contrario, comer de todo estaría a la altura de disfrutar una total heterosexualidad, algo despreciable. ¡Ceder a nuestros instintos más básicos, qué cosa más vulgar y fea! ¡Nuestra naturaleza es horrible, debemos cambiarla para ganarnos el cielo!
¿Por qué en la alimentación es ético escoger la exclusividad de un camino y en cambio, los mismos, afirman que hacerlo con la sexualidad es ser un reprimido? Qué formas de contradecirse tienen algunos.